La importancia de no maquillar al fracaso
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No fracasé, ¡aprendí!
Algún día, en retrospectiva, los años de esfuerzo te parecerán los más hermosos.
Freud
¿Fracasaron? |
¿Cuántas veces no hemos escuchado esto? "No fallé, "aprendí!" Vamos, suena optimista y está lleno de esperanza, además de usar un maquillaje excesivamente caro lleno de orgullo y un ego inamovible que nos hace creer que efectivamente, no fracasamos, ¡aprendimos! Durante esta entrada exploraré este concepto que me ha dado vueltas desde que iba en la prepa y fracasé como un jugador de baloncesto.
Sí, leíste bien, fracasé. Hablo del concepto general de ser un jugador de básquetbol competente en el terreno de juego, si me dedicará a hablar de las cosas a las que yo les di valor no pararía de mencionar todo lo que gané y la acumulación que, hasta hoy en día, todavía puedo ver ya que complementaron la persona que soy. Entonces, ¿qué importancia tiene no maquillar el fracaso?
Lo más importante y destacado de lo que me di cuenta es que al no maquillar el fracaso tenemos la oportunidad de tomar decisiones más firmes y, realmente, decisiones importantes, cuestiones que muchas cómo deportista y por amor al deporte no quieres hacer cómo, "¿debería renunciar?" O "¿Qué tengo que hacer para volverme mejor?" Ambas preguntas son válidas, a ojos de una sociedad que te grita "¡Nunca renuncies!" Hacerte la primer pregunta directamente te catalogarían como un perdedor y un fracasado que no tiene el hambre suficiente para luchar por lo que quiere. ¿Es esto cierto?
No estoy de acuerdo, durante 5 años practiqué ajedrez de una manera que hoy me hace reír, jugué dos olimpiadas y muchos torneos, ganador y perdedor en muchas ocasiones pero fracasé en mi mayor sueño, convertirme en campeón estatal de ajedrez. Con el básquetbol, fracasé al no convertirme en el base de la quinteta de la prepa en la UPAEP. Y, ¿sabes qué encontré? Al encontrarme ante la decisión de renunciar a mis sueños o no, decidí hacerlo.
No por el hecho de ser un perdedor y una persona con falta de hambre, más bien tuve el valor de cambiar mi enfoque, sonará curioso, pero en cada renuncia y aceptación de que había fracasado, me estaba convirtiendo en un nómada intelectual, al aceptar el fracaso y enfrentar nuevamente la realidad de no saber a donde ir, me pregunté muchas veces ¿ahora qué?
¡Sí, fracasé! Cuando acepte esto, fue entonces cuando aprendí, porque comencé a darme cuenta de que tipo de persona había cultivado a través de los años que practiqué esas disciplinas, sin aceptar el fracaso y solo decirme que aprendí muchas cosas, solamente estaría cargando con lo mejor que hice y, en algunos caso, evitando los errores, pero, ¿qué hay de lo que hiciste mal? Es aquí donde reside el punto álgido de esta entrada y es que al aceptar el fracaso vemos esos puntos que hicimos mal y entonces es donde podemos crecer con ello en el presente.
Lo bueno también te acompañará siempre, todo lo que te haya mejor durante la práctica de cualquier disciplina estará contigo, lo malo dependerá de ti aceptarlo y mejorar, el ajedrez y el baloncesto me demostraron que era una persona que se ponía nerviosa cuando era el momento de la verdad, me mostraron que no confiaba en mí mismo lo suficiente, muchas veces durante los partidos no quise aceptar esto.
Muchos de mis compañeros se acercaban y me decían "¿Por qué te pones nervioso?" Y yo contestaba que no me ponía nervioso, no sabía que me pasaba pero no eran nervios. Cuando acepte estos fracasos entonces tuve la oportunidad de mejorar. Hoy todavía me pongo nervioso, ¡aprendí que es natural! Pero ya no es natural que por esos nervios se te escapen las cosas que quieres por los dedos, así que aprendí a dominar más los nervios y confiar en mi mismo.
Es un proceso duro cuando no aceptas los fracasos, una vez que pasas ese valle en el que decides aceptar esos fracasos, es entonces cuando tu desarrollo de personaje se ve profundamente beneficiado pues ahora sabes en que realmente tienes que trabajar.
Yo no sé que problema, defecto o punto débil tengas, pero créeme que preguntártelo te ayudará a resolverlo, además ¡no es necesario renunciar si no quieres! Escucha ciegamente y después pregúntate ¿hasta cuándo? Si no lo sabes después de mucho esfuerzo, pues habrá un momento en que tendrás que decidir qué hacer a continuación.
Un saludo queridos lectores y ¡ánimo! Aprecio a todos los que se toman el tiempo para leer, espero que algo de lo que esta persona escribe te ayude. ¡Cuídense! ❤️
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